25 - Hacia puerto seguro


"Cuando deseas alguna cosa, todo el Universo conspira para que puedas realizarla", había dicho el viejo rey.

El Alquimista, Paulo Coelho

Como de costumbre y sin poder evitarlo, nos despertamos tarde, aunque esta vez con excusa: nuestro último conductor de ayer nos hizo un regalo de su cosecha y no lo desaprovechamos.

Los trabajadores de la fábrica descubren nuestra posición antes de que hayamos podido recoger la tienda aunque, como siempre, todo se soluciona hablando y dejamos nuestro campamento para volver a la gasolinera.

Desayunamos en condiciones y nos ponemos guapos antes de empezar a trabajar. Rumanía es el país del autostop, así que no tenemos problemas en conseguir un coche directo a Bucarest gracias a un librero bonachón que se dedica a la venta online.

Nos deja en la estación de tren, desde donde decidimos usar el metro para ir al centro. Nos camelamos al guardia de seguridad para que nos permita el acceso y en diez minutos llegamos a la zona comercial de la ciudad.

Caminamos hasta el Parlamento y visitamos algunos lugares de interés antes de volver al metro para salir a las afueras y continuar nuestro viaje hasta Constanza. Tenemos la idea de practicar allí una nueva modalidad de nuestro deporte favorito, el barcostop, para llegar a Turquía por vía marítima.

Sufrimos poco más de una hora el frío en nuestros pulgares y obtenemos como recompensa un vehículo directo a la ciudad en el Mar Negro. Nuestro conductor es un chico joven que viaja para visitar a su novia y pasamos dos horas entretenidas disertando sobre la vida. Cuando llegamos a Constanza, nos regala un disco de hip hop que han grabado unos amigos suyos bastante conocidos en Bucarest y nos despedimos de él en el puerto.

Nos llevamos una pequeña decepción al descubrir que se trata de un puerto comercial y que nos es imposible, incluso de manera ilícita, acceder al recinto, así que buscamos por la ciudad un buen lugar para dormir.

Por más que andamos, no encontramos nada que nos convenza y, en nuestro deambular por las calles, preguntamos a una pareja por un edificio abandonado o un camping acubierto del viento donde pasar la noche. La suerte quiere que sean viajeros acostumbrados y deciden ayudarnos llevándonos en coche camino de la frontera con Bulgaria para buscar un lugar decente donde podamos acampar.

Nos cuentan que, debido al trabajo, no se mueven todo lo que les gustaría, pero tienen planeados varios viajes en bicicleta para cuando dispongan de vacaciones. Nos invitan a cenar y a tomar unas cervezas y pasamos un par de horas entretenidos charlando y contando historias como si fuéramos viejos amigos.

De vuelta a la carretera, nos cuentan su intención de pagarnos un hotel donde pasar la noche y, después de buscar un rato, dejamos nuestras mochilas en la habitación de uno a solo veinte kilómetros de la frontera búlgara.

Antes de decirles un "hasta pronto", pues no concebimos un "adiós", tomamos la última ronda con ellos, a la que se une la graciosa dueña del hotel. Exhaustos después de un día completo, brindamos todos por los grandes viajes y las nuevas amistades.


Mapa de ruta:


Transición de fotos:
25 - Hacia puerto seguro


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