14 - Sospechosos habituales
Vamos a contaros una historia de cuando yo era más joven y los trenes eran animales mitológicos que simbolizaban la huída, la fuga, la vida, la libertad.
Joaquín Sabina, Cuando era más joven
El empleado de limpieza del 69 de Cranhurst Road nos sorprende durmiendo en los sofás del living room. Después de cruzar con él unas palabras, poco a poco nos vamos poniendo en marcha. La salida de la autovía que pretendemos coger, la M1 en dirección al norte, se encuentra a unas cuantas millas, así que cargamos las espaldas y despertamos los pies para retomar nuestra aventura.
Una vez a las afueras de Londres, tenemos que probar diferentes lugares para tratar de conseguir un coche. Después de movernos en varias ocasiones, una de ellas motivada por la presencia de una patrulla policial que no nos mira con buenos ojos, nos recoge un pintor búlgaro que nos acercará a Watford, un pueblo a pocas millas de la capital.
Nos despedimos de él cerca de una gasolinera, en la que entramos para ver un mapa. En la puerta está aparcada una furgoneta de Loomis, una empresa que se dedica al transporte de fondos de otras compañías. A pocos metros de allí, mientras hacemos autostop, aparece un coche de policia haciendo sonar su sirena y se detiene delante de nosotros.
Los dos agentes nos explican que han recibido un aviso de la empresa para asegurarse de que no tenemos la intención de asaltar el vehículo blindado. Nos preguntan si vamos armados o llevamos drogas y al cachearnos encuentran nuestras navajas, que acabamos de usar para preparar la comida. A pesar de lo ridículo de la acusación, su hallazgo les hace sospechar que han acertado con nosotros y comienza un interrogatorio surrealista del que no sacarán lo que esperan.
Después de escuchar nuestra historia, se retiran a deliberar y, tras reconocer su error, nos terminan indicando el mejor lugar para hacer autostop en el pueblo, ya que no estamos muy bien situados. Nos despedimos de ellos y decidimos seguir su consejo.
Sobre las siete de la tarde todavía no tenemos coche, así que acudimos a nuestro lugar preferido para hacer autostop: una gasolinera. Nuestra experiencia nos dice que el inglés de a pie es desconfiado por naturaleza, y esto dificulta nuestra forma de viajar. Llevamos todo el día con los pulgares en la carretera y apenas hemos salido de Londres.
Pero de nuevo la suerte se pone de nuestra parte cuando conocemos a dos jovenes que, fascinados por nuestra historia, se ofrecen a llevarnos a la estación de tren. Nos hablan de la posibilidad de subir sin pagar a partir de cierta hora, cuando los controles de seguridad son más reducidos y nos explican la manera más eficaz de hacerlo.
Para ello, se implican en lo que parece una operación encubierta que llega a asustarnos. En la puerta de la estación, uno de ellos baja del coche mientras el otro nos insta a permanecer con él para evitar aparecer ante las cámaras que hay repartidas por todo el recinto. Cuando el primero vuelve, nos indica el andén que debemos coger y la hora a la que debemos estar allí para no levantar sospechas ni perderlo.
Tal y como nos dicen, subimos a un tren que termina en Wolverhampton, al noroeste de Birmingham y, tras un trayecto sin complicaciones, montamos el "caracol" en un parque cubierto de escarcha que nos hace darnos cuenta de lo rápido que estamos avanzando.
Al día siguiente, conscientes de que aquí el autostop no funciona, volvemos a la estación y disfrutamos de nuestro nuevo medio de transporte hasta Manchester. Allí conseguimos saltar los controles para colarnos de polizones en un tren hacia Scarborough, cerca de nuestro próximo destino, pero nos descubren antes de llegar a Huddersfield y conseguimos escapar de allí antes de que llegue la policía.
Con la estación de la ciudad vetada, no tenemos otra opción que caminar hacia la carretera para sacar otra vez el dedo, donde nos volvemos a topar con la constante negativa inglesa. Desesperados, desistimos del autostop y conseguimos entrar en un autobus que nos deja en una pequeña estación antes de Leeds. Cogemos el último tren del día, ya que, con la lección aprendida, esquivamos al revisor para llegar a donde queremos. Finalmente, el tío de uno de nosotros,un familiar que vive en Pickering, un pueblo cercano, nos viene a recoger en coche para llevarnos a su casa, donde pasaremos unos días. Nochebuena en familia. Feliz Navidad.
Mapa de ruta:
Transición de fotos:
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