32 - Extraños en nuestra propia tierra
Dentro de veinte años estarás más decepcionado por lo que no hiciste que por lo que hiciste
Mark Twain
Despertamos en Narbona con el ánimo crecido, preparados para afrontar el regreso a España, pero nostálgicos del historial de aventuras que, somos conscientes, están llegando a su fin.
Caminamos un buen rato hasta una rotonda junto a un supermercado cercano y empezamos con nuestra rutina de autostop. Después de un rato esperando, se detiene junto a nosotros un francés que se ofrece a llevarnos un tramo. Durante el trayecto, bastante breve, no hace demasiados esfuerzos por comunicarse con nosotros, y nos deja en un pueblo por el que apenas aparece un vehículo.
Casi una hora más tarde, una anciana se ofrece a acercarnos de nuevo a Narbona en su flamante Mini. Apenas estamos a unos kilómetros y estamos convencidos que tendremos más suerte si retrocedemos, por lo que accedemos de buen grado. A pesar de que aparenta tener edad para estar jubilada, nos confiesa que trabaja con su marido en una agencia de seguros.
Conseguimos que nos deje a la salida de la ciudad, en la entrada de un peaje donde no nos cuesta acercarnos a hablar directamente con los conductores. En un momento conseguimos un par de asientos en el coche de un comerciante de vinos que nos deja a la entrada de otro peaje, esta vez en Perpignon.
De peaje en peaje avanzamos rápido y no tardamos en conseguir un nuevo transporte. Esta vez nos llevan dos gemelas hippies austriacas que viajan a Barcelona para pasar allí unos días. Una de ellas vive en México y ha venido a visitar a su hermana, que lleva varios años en Francia.
La hermana mexicana nos cuenta que estuvo viviendo un tiempo en una comuna en un bosque para desintoxicarse del sistema. Fue algo temporal y hace unos años que ha vuelto a la civilización, pero admite que lo hecha de menos. La gemela francesa nos habla de sus dos hijos, de dos padres distintos con los que apenas mantiene el contacto. El mayor de los chicos tiene 7 años y habla cuatro idiomas.
Llegaremos con ellas a Barcelona. Aparcan el coche en el centro de la ciudad y comemos los cuatro en un restaurante del centro. Después de la sobremesa, nos despedimos de ellas y nos disponemos a hacer turismo. Paseamos por la Rambla, damos una vuelta por Plaza Catalunya y recorremos el Mercado de la Boquería. La encargada de la estación de Metro sucumbe a nuestros encantos y nos ofrece dos billetes gratis para llegar hasta la Sagrada Familia. Visitamos la catedral y salimos de allí boquiabiertos para dirigirnos a la Diagonal. Queremos salir de la ciudad para continuar nuestro viaje antes de que anochezca.
Después de tres largas horas viendo los coches pasar, desistimos y nos dirigimos a la universidad. Entramos en la biblioteca despertando cierto recelo en el vigilante de seguridad. Nuestras pintas y nuestras mochilas nos descartan como estudiantes aplicados, pero es época de exámenes y el edificio está hasta arriba de jóvenes que se enfrentan en silencio a pilas de libros. Todo el mundo nos observa, pero por suerte, nadie nos dice nada.
Nos sentamos frente a un ordenador y actualizamos el blog. Apoyados sobre el escritorio de madera y bajo la tenue luz del flexo, tratamos de dormir. Mañana será otro día.
Mapa de ruta:Transición de fotos:
32 - Rumbo a casa
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