02 - Un alto en el camino
En la siguiente ocasión en que coincidí con Rosroe junto a la piscina le dije: "Vamos a hacerlo". Notó que yo le hablaba en serio, por lo que se limitó a contestarme: "¿Cuando partimos?"
Jack London, El crucero del Snack
Después de un par de días de reencuentros en Monzón, volvemos a la carretera. Cargamos las mochilas y nos dejamos llevar en conche hasta la primera gasolinera a la salida del pueblo. Apenas pasa un alma por delante en el rato en el que nos estamos despidiendo, por lo que volvemos al coche y nuestros amigos nos avanzan un par de kilómetros más alante, hasta la rotonda de salida a la autovía en dirección a Huesca. Tal vez aquí tengamos más posibilidades de encontrar un conductor amable.
Nuestro próximo objetivo es Torrelavega y, con lo pronto que anochece en noviembre, nos vamos haciendo a la idea de que nos tocará acampar esta noche. La suerte empieza de nuestra parte cuando apenas nos hemos bajado del coche y, todavía descargando las mochilas del maletero, se detiene un chaval joven que se ofrece a llevarnos hasta Huesca. El motivo de nuestra aventura le recuerda un viaje que realizó con un amigo por Centroamérica y pasamos un rato entretenido intercambiando anécdotas y hablando sobre nuestras vidas. Nos bajamos de su coche al pie de un puente, junto a un acceso a la autovía en dirección a Jaca.
Al principio parecía que no íbamos a estar allí mucho tiempo, ya que estábamos convencidos de que la intensa y fría lluvia ablandaría los corazones de nuestros posibles chóferes, pero no fue así. Tras una hora sin conseguir transporte, decidimos preparar un cartel indicando la siguiente parada en nuestro camino. Tampoco tenemos suerte. El hambre empieza a hacernos mella y nos sentamos a comer un bocadillo y beber un zumo. Tras unas horas de espera, nos para un militar ecuatoriano que se ofrece a acercarnos hasta Jaca. Durante el trayecto, nos cuenta sobre su trabajo y su país.
Nada más llegar publicitamos nuestro blog, lo cual nos cuesta un intercambio de palabras con la Policía Nacional. Amablemente, uno de ellos nos indica la dirección de un bar a las afueras donde podremos tener más suerte para conseguir un coche. Vamos donde nos indica, pero el tráfico discurre sin tener en cuenta nuestra presencia. Con la oscuridad de la tarde se incrementa la desconfianza de los conductores, así que vamos a buscar un asentamiento propicio para montar nuestra tienda de campaña, un lugar apartado donde pasar desapercibidos.
Reconociendo el terreno nos adentramos en un barrizal y terminamos prácticamente con la mierda hasta el cuello. Después de este pequeño incidente del que aún conservamos el olor en nuestras botas, encontramos el sitio perfecto para desplegar “el caracol”. La única desventaja es su situación: estamos durmiendo en un parque. Nos entretenemos contando los runners que nos rodean mientras montamos la tienda y entramos de cabeza en lo que será lo más parecido a nuestro hogar mientras dure esta aventura. Organizamos las cosas ya a cubierto, nos ponemos cómodos, preparamos y disfrutamos de la cena y apagamos la luz. Mañana será otro día.
Mapa de Ruta:
Transición de fotos:
02 - Un alto en el camino
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