06 - Nous voulons aller a...


A quienes me preguntan la razón de mis viajes les contesto que sé bien de qué huyo pero ignoro lo que busco.

Michel de Montaigne

En una mañana blanca como pocas descubrimos el encanto del gélido lugar en el que nos habíamos alojado la noche anterior. La dificultad de discernir entre el castañeteo de nuestros dientes y el ruido de las máquinas quitanieves nos apremia a desmotar el campamento y ponernos en marcha. Tras una caminata de  un kilómetro, nos para la que será nuestra primera conductora francesa. En aras de un buen entendimiento, mezclamos nuestros idiomas comunes y descubrimos que trabaja en hostelería en diversos hoteles de la zona y que ha decidido cambiar las comodidades de la ciudad por la sencillez y austeridad de un pueblo en la montaña.

Nos deja en una parada de transporte público, poco antes del primer poblado. Cuando se detiene un autobús decidimos rechazarlo con un gesto de cabeza Preferimos al conductor de la furgoneta que verá nuestros pulgares y nos llevará hasta Lescun, dando tumbos entre cajas y palas. Por el camino vamos preguntando por algunas frases que nos puedan ser útiles en nuestra travesía a lo largo del país.

Nos apeamos a dos kilómetros de la salida del pueblo y llegamos a una rotonda donde conocemos a una pareja belga a la que poco le falta para invitarnos a comer y de quienes aprendemos bastante. Entre sus experiencias nos hablan de su hijo, que se encuentra embarcado en una aventura en moto por todo Estados Unidos (desde Canadá hasta Brasil) durante un año con la intención de llegar a ver el Mundial de fútbol. Nos despedimos en Oloron de Saint Marie, donde volvemos a sacar nuestros pulgares. A medida que nos movemos, el frío se va extinguiendo y al fín podemos prescindir de algunas capas.

Un rato después, nos para un monitor de mountain bike con el que congeniamos bastante a pesar de las dificultades del idioma. Nos deja en Pau, a la entrada de un peaje en dirección a Burdeos. Allí conocemos a nuestro primer compañero del gremio: un autoestopista francés de nuestra edad que pretende cruzar su país durante los próximos seis meses.

Los peajes resultan ser un lugar atractivo para los conductores solidarios, así que nos despedimos de él antes de lo que nos gustaría, sin poder terminar de relatarnos las anécdotas de nuestros respectivos viajes. Le tomará el relevo una administrativa de la Universidad de Burdeos que nos acercará a su ciudad. Por el camino compartimos tradiciones gastronómicas y festivas. Ya en la capital francesa del vino, nuestra benefactora nos deja en un albergue juvenil. La encargada del albergue sucumbe a nuestros encantos y nos permite dejar las mochilas a pesar de que no vayamos a quedarnos allí.

Durante una visita turística por la ciudad, encontramos a un grupo de okupas españoles que han venido a buscar trabajo en la vendimia. Nos dan algunos consejos para hacer dinero en Burdeos y nos sugieren okupar una casa cerca de la estación. Ya con las mochilas, damos con un hotel en ruinas y se nos pasa por la cabeza la idea de entrar para hacer noche en el lugar. Con la puerta principal bloqueada por el interior, nos vemos retados a encontrar otro acceso, que resulta ser un rocódromo improvisado en la fachada del edificio. Una vez dentro, encontramos a un vagabundo mallorquín originario de Marruecos que no tiene reparo en que nos quedemos y decidimos hacer vivac. No sabemos a dónde iremos mañana.


Mapa de Ruta:

Transición de fotos:
06 - Nous voulons aller a...


Síguenos en Twitter