31 - Bordeando la costa
Si no escalas la montaña, jamás podrás disfrutar el paisaje.
Pablo Neruda
Bon giorno, ragazzi! El conductor del autobús de línea nos despierta con alegría y nos bajamos del que ha sido nuestro refugio durante la noche.
Caminamos hasta la estación, donde cogemos un tren a Cannes. Por el camino atravesamos un Mónaco todavía desperezándose, especialmente paradisíaco a esta hora de la mañana. Después de un ligero despiste con nuestra parada, llegamos a la ciudad del cine y, como acostumbramos, recorremos tranquiamente sus calles, antes de salir hacia una gasolinera para hacer autostop.
En poco tiempo, conseguimos parar un BMW que nos acercará a la rotonda de acceso a la autovía de Marsella. Allí nos recoge una secretaria muy simpática que ha estudiado veterinaria y a quien la crisis dificulta encontrar trabajo en su sector. Nos lleva hasta Toulon, donde después de comer nos encontramos en problemas para salir a dedo.
Finalmente accedemos a que un chico nos saque de la ciudad, aunque nos deja en una rotonda que no tiene hueco para que los coches puedan parar y tenemos que bajar al triángulo de un carril de aceleración de la autovía para probar suerte.
No tenemos que poner en práctica nuestra paciencia, ya que enseguida conseguimos que un padre de familia nos adelante unos kilómetros y nos despedimos de él en la rotonda de entrada a un pueblo de montaña camino de Marsella. Apenas se ha ido, nos para un repartidor que, con ritmos latinos en la radio, nos lleva directamente a nuestro destino.
Vemos la ciudad y vamos a intentar conseguir un barco al muelle, pero el puerto sólo tiene conexiones con Córcega y Tánger. Tendremos que llegara Barcelona por tierra.
Conseguimos un par de barras de pan y volvemos con el autostop. El sol ha caído hace ya un rato y nos encontramos a la salida de una gran ciudad intentando conseguir un coche a oscuras, así que nos decantamos por coger un tren de alta velocidad en dirección a Avignon.
Tras eludir como nunca los controles de billete, llegamos allí y nos toca esperar una hora para coger el siguiente a Montpellier. En este tiempo cargamos los móviles literalmente a pedales en una estación de diseño espectacular. Nuestro tren avanza más de lo que esperábamos y terminamos buscando cobijo en Narbona.
Empujando puertas hallamos lo que buscamos: un trastero cerca de la salida de la autovía a España. Dormimos a pierna suelta, soñando con nuestra casa, conscientes de que la aventura aún no ha terminado.
Mapa de ruta:
Transición de fotos:
31 - Bordeando la costa
Síguenos en Twitter